La Web 1.0 (finales de los 90) y la primera Web 2.0, anterior a Facebook (antes de 2005), tenían una cultura de libertad de expresión muy fuerte.

Muchos de nosotros crecimos con ese internet. Para nosotros, Internet representaba la libertad, una nueva frontera, un florecimiento del espíritu humano y un gran optimismo de que la tecnología podría conectar a la humanidad en vez de generar cámaras de eco y sacar lo peor del ser humano.

Como dice Ana Iris Simón en un artículo suyo de hace más de 5 años, “Salvo algunos espabilaos, crecimos creyendo que las redes sociales no eran más que un diario de vida digital. (...) Fuimos la primera generación que tuvo que aprender a relacionarse con pantallas de por medio y a construirse una identidad digital y lo hicimos lo mejor que pudimos.”

Luego llegó Instagram y sus filtros. Snapchat, TikTok, Donald Trump, los bots en Twitter y la locura de usuarios peleando por estupideces y creando dramas nivel parvulario. Tú dijiste, él dijo, pues tú más y la madre del cordero en bicicleta.

Y en medio de esta locura aparece la nueva tendencia Z. Tenemos que hablar de BeReal, la última moda en aplicaciones sociales que no para de subir en las listas de descargas.

Banner de Un Café con GROWTH. Entrevistas a gente que mola

BeReal, como su nombre indica, se centra en la conexión real y auténtica, una visión no editada del intercambio social, diseñada para que la gente se aleje de los feeds excesivamente elaborados de otras aplicaciones.

En BeReal una vez al día la app manda una notificación para que los usuarios compartan una imagen de lo que están haciendo. En cuanto abres la notificación, tan sólo tienes 2 minutos para compartir tu momento. La aplicación toma dos fotos: una con la cámara frontal y otra con la trasera, de modo que no sólo se ve a la persona, sino también dónde está.

Las imágenes son compartidas con tus amigos y hasta que no cumplas con tu BeReal y te tomes esas dos fotografías, no podrás ver las de tus amigos. El límite de tiempo restringe tu capacidad de escenificar y editar las fotos, es decir, hace que las cosas sean… reales.

Es un proceso sencillo, se está poniendo de moda y parece que puede ser la próxima gran tendencia de las apps. Por lo que, como la historia nos ha enseñado, será la siguiente funcionalidad que copien desde Meta.

Ojalá vuelvan más fotos en grupo. Más fotos de gente haciendo el chorra y menos morritos y filtros para parecer más guapos. Vuelvo a citar a Ana Iris Simón: “(...) nunca vamos a molar tanto como en los tiempos de Tuenti. Las fotos de botellón, copa en mano y rodeados de colegas, son la mejor marca personal que uno puede forjarse. La mejor huella digital.”

1650476024496