Meta está trabajando en un metaverso que ofrezca "una experiencia visual casi indistinguible de la realidad" y a estas alturas nos ha quedado bastante claro que va muy en serio. Solo en el primer trimestre de este año, la compañía invirtió 3.000 millones de dólares en esta tecnología, que se dice pronto…
Su objetivo ahora mismo está puesto en que las gafas de realidad virtual superen el test de Turing visual, una prueba utilizada por los científicos de Meta para “crear dispositivos donde el usuario no pueda diferenciar si lo que está viendo es creado por ordenador o es el mundo real.”
La misma semana que los medios han difundido la rueda de prensa de Zuckerberg para compartir sus avances en el metaverso, el blog Vida Extra tuvo la amabilidad de recordarnos un episodio de Second Life que quizás no todo el mundo conozca.
Y es que allá por el 2007, tanto PP como PSOE quisieron experimentar con este metaverso aprovechando el boom que se estaba viviendo, montando sus propias sedes en el universo de Second Life, con la intención de utilizarlas como lugar de encuentro para votantes y seguidores.
Contra todo pronóstico (o no), la iniciativa terminó con las sedes asediadas por tanques, bombas, incendios… Y todo lo que podáis imaginar. En su momento se denominó sin miramientos como “terroristas” a los perpetradores de los actos vandálicos y se dejó en manos de la administración de Second Life. El caso no llegó mucho más lejos.
Ahora viajamos hasta el presente, 15 años después nos encontramos con situaciones mucho más escalofriantes, como el caso de una violación grupal al avatar de una mujer en Horizon Venues, la app de realidad virtual de Meta. La víctima, Nina J. Patel de 43 años, denunció la agresión en redes sociales asegurando que le afectó fisiológica y psicológicamente, como si hubiera sido un evento “real”.
La respuesta de Meta fue establecer una distancia mínima de seguridad entre avatares para que ninguna agresión física pueda tener lugar, pero la pregunta ya está sobre la mesa y no es si la violencia virtual es delito o no. Sí, lo es. El acoso en redes sociales es quizás el ejemplo más claro de ello.
La cuestión en realidad sería: ¿cómo se deberían procesar los delitos que tengan lugar en el metaverso? La agresión como tal es hacia el avatar, no la persona física, pero el acto de violencia puede trascender y generar consecuencias psicológicas. Es decir, a día de hoy se consideraría un delito contra la integridad moral de la persona.
Pero si estamos avanzando hacia un metaverso tan realista en el que nos cueste diferenciar el mundo físico del mundo virtual y en este contexto somos víctimas de una agresión, ¿es posible que el Código Penal acabe contemplando un delito en el metaverso como un daño a la integridad física de la persona?
Como pasa siempre, las herramientas son un arma de doble filo. La inmersión total nos traerá experiencias nuevas y será una nueva revolución tecnológica, a la vez que este anhelo por fusionar ambos mundos probablemente provoque un código desde puntos de vista nunca antes planteados.