Los que nos leéis desde hace tiempo sabéis que nos encanta casi todo lo que produce Scott Galloway. Su Twitter, sus presentaciones, sus vídeos y sus newsletters. Don Scott siempre aporta un punto de vista interesante a los asuntos que trata, incluso cuando no estás de acuerdo con él.
Pues bien, esta semana en su Chart of the Week hablaba sobre el tamaño de las Big Tech. Según explicaba, Apple, Alphabet, Amazon, Microsoft, Meta, Nvidia y Tesla tienen un valor combinado de unos 10 billones (europeos, es decir 10 millones de millones) de dólares. En perspectiva, esas 7 empresas son responsables de un tercio del valor de todas las demás empresas cotizadas de Estados Unidos. Sí, alucinante. Su poder es casi infinito.
Si esto no te preocupa, debería. En el mundo digital en el que vivimos, un poder así es capaz de destruir cosas tan valiosas para nuestra sociedad como lo es la democracia, que en cierto sentido es la descentralización de la toma de decisiones.
Pero, cómo vamos a descentralizar las decisiones si estas compañías han centralizado la información en su sentido más amplio. Todo pasa por sus servidores, lo que leemos, vemos, escribimos, dónde vamos, etc…
Quizá la única solución pasa por la descentralización de estos servicios. Podemos definir una red descentralizada como una red que no tiene un servidor central que lleve la cuenta de todos los datos de los usuarios. Funciona con software de código abierto y da a los usuarios más autonomía y control.
La Web3, con todos sus problemas y nuevos peligros, puede aportar mucho en este aspecto. Si conseguimos trasladar la información que hemos cedido a estos gigantes a cadenas de blockchain públicas, podremos crear una economía de medios sociales descentralizados lo suficientemente poderosa como para superar el monopolio de la información de estos gigantes tecnológicos.
La mejora de la privacidad, la resistencia a la censura y una serie de funciones de monetización integradas serán los factores clave que empujarán a los usuarios a adoptar las redes sociales descentralizadas.
En este sentido existen varios proyectos que van en esa línea.
Por un lado tenemos Odysee, una alternativa descentralizada a YouTube basada en LBRY, un protocolo para compartir ficheros y con posibilidad de remuneración mediante sus propias criptomonedas.
Esta semana también hemos conocido Project Liberty, una iniciativa del millonario Frank McCourt y el cofundador de Ethereum Gavin Wood para crear redes sociales alternativas donde los usuarios tengan un mayor control sobre sus datos.
También ha saltado a los medios Yep, el buscador impulsado por AHREFS que busca un nuevo rumbo en el mundo de la publicidad en Internet. En su propuesta de valor quiere dar el 90% de sus ingresos por publicidad a los creadores de contenido y al mismo tiempo respetar la privacidad de sus usuarios.
¿Y cuál es el quid de toda esta cuestión?
La clave aquí es la adopción o como dicen desde Project Liberty, la migración. El proyecto Liberty consiste en proponer una solución y un lugar al que la gente pueda migrar y para que esto suceda deben darse dos requisitos. Uno es que la gente considere que el lugar en el que vive es intolerable. El segundo es un lugar a donde ir.
Una vez que ese ecosistema sea creado y en él encontramos todo, o casi todo, lo que tenemos en Web 2.0., pero más sano y con control sobre nuestra privacidad y la información que consumimos, la gente emigrará. Queda camino. No sabemos si llegaremos, pero sí sabemos que será apasionante.